Montoya y Mesón (2003) dicen al respecto: algunos montes desaparecerían si no lograran mantener una producción económica suficiente; por eso revalorizar económicamente los montes es la mejor política de conservación posible para los mismos.
Y esto es muy triste pero hoy en día es así.
Aunque parezca mentira en plena crisis medioambiental del s. XXI, las políticas de conservación se basan en un sistema capitalista de beneficio económico. Siempre y cuando la explotación de un monte deja de ser viable éste deja de ser “importante” y por consiguiente se olvidan de su conservación. Y mientras es viable su explotación, se olvidan de los principales problemas medioambientales como el cambio climático, la desertificación y erosión de suelos ,la deforestación, destrucción de la capa de ozono, contaminación de las aguas, la polución del aire, la sobreexplotación de recursos y la extinción de especies, los cuales no importan en la “explotación agrícola que están convirtiendo el medio natural”